MEDIO AMBIENTE | Una cumbre climática caliente.

EMILIANO GUIDO

Mientras EE.UU. impulsa un Protocolo difuso y no vinculante, los países del Sur exigen fondos para mitigar el calentamiento global.

La mitigación del cambio climático, cuyas consecuencias visibles son la desertificación en alza o el mayor registro de inundaciones y ciclones, será debatida desde el lunes en París por 195 países firmantes en Naciones Unidas de la denominada Convención Marco, un consenso global que fija difusas metas de compromiso medioambientales a los países más desarrollados. En otras palabras, el mundo volverá a discutir, tras múltiples instancias fallidas en llegar a un acuerdo, cómo disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.

Una meta difícil de lograr ya que la matriz energética dominante en el sistema capitalista actual, basada en el uso del petróleo, gas y carbón, expulsa diariamente al cielo toneladas de gases tóxicos.

París, la capital francesa, está amurallada tras los atentados terroristas y las manifestaciones civiles están prohibidas por los anfitriones, tiene una agenda excluyente: rediscutir el Protocolo de Kioto de 1997, que fija los grados de reducción de emisión de gases a cumplir por los países desarrollados. Hasta el momento, sin embargo, los dos países más contaminantes del planeta, China y Estados Unidos, desconocen el rango normativo del Protocolo porque, aunque no lo explicitan oficialmente, asumir los compromisos medioambientales alcanzados en Japón implicaría acortar la expansión de sus fronteras productivas.

Hasta el momento, los principales actores estatales y los bloques regionales más significativos del sistema mundo discrepan abiertamente sobre el tono de la letra que reemplazará el citado Protocolo de Kioto.

Por un lado, la Unión Europea y China –ésta en menor medida– apuestan a suscribir un tratado con mayor poder vinculante. Por el contrario, Estados Unidos desea que la nueva convención marco no estipule sanciones o condiciones de desarrollo más restrictivas que puedan disminuir las ganancias de sus corporaciones.

Pero, además, en paralelo, los países del Sur volverán a exigir a los países occidentales responsables del calentamiento global que asuman la responsabilidad financiera del proyectado Fondo Verde para el Clima.

Una cuenta económica global que, a partir del 2020, debería reunir alrededor de cien mil millones de dólares anuales para solventar proyectos de energías limpias o renovables en todo el planeta.

Fander Falconí, un economista ecuatoriano que integró el gabinete de Rafael Correa, considera que la Cumbre de París volverá a escenificar el conflicto de intereses abierto entre los países centrales y las naciones periféricas en el modelo productivo a seguir.

“Será la reunión internacional más importante de los últimos años. Los grandes contaminadores, los países más ricos, tratarán de ganar tiempo para satisfacer su ambición y quedar en mejor posición que el resto. Esto es obvio, considerando que la delegación de Estados Unidos, por ejemplo, representa los intereses de las mayores empresas petroleras del mundo”, enfatizó Falcón en un artículo titulado “COP 21: ¿Pondrá el sur la pica en París?”.

El clima es lo de menos

Naomi Klein, escritora y activista ambiental canadiense, y autora del reciente libro Esto lo cambia todo- El capitalismo contra el clima, viene sosteniendo que el llamado calentamiento climático no debería ser visto solamente como una cuestión ecológica.

Para Klein, el abordaje meramente ambiental sobre el cambio climático es una postura políticamente correcta y esnob. La escritora deNo Logo y La Doctrina del Shock advierte que la alteración del clima es consecuencia directa de un patrón de desarrollo mundial que necesita “ir por todo” para asegurar “altos niveles de plusvalía constantes”.

En una entrevista con el diario español El Mundo, Klein criticó en forma conjunta a los partidos conservadores europeos y a los movimientos de izquierda emergentes que consideran a la agenda ambiental como un tema menor. “¿Aburrido el cambio climático? ¡Si es el fin del mundo! El calentamiento global y la crisis capitalista están íntimamente ligados”, advirtió Klein.

“La cita de París llega en un momento crítico para los movimientos que resisten las políticas de ajuste de Bruselas porque están muy divididos. La situación es preocupante porque los ciudadanos, comprensiblemente, están tan pendientes del aspecto social y el consumo que no prestan atención a que el sistema de acumulación actual, además de estar atacando los estándares de vida y salario, también agrede al planeta mismo”, concluyó Klein.

Fuente: Miradasalsur.com.ar

 

 

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