CHINA. Fuegos artificiales iluminan el cielo durante el espectáculo con el que se ha inaugurado la Exposición Universal de Shanghai 2010. (EFE)
Se trata de mucho más que una feria. Es el evento más grande que organiza China desde los Juego Olímpicos de Beijing en 2008 y podría también tener la mayor convocatoria de todos los tiempos. El gigante asiático invirtió 4.200 millones de dólares en la Expo Shanghai, una muestra que recibirá a 70 millones de visitantes. Ni las críticas de los habitantes que debieron ser relocalizados ni los cuestionamientos referidos a la escasa protección del patrimonio cultural y arquitectónico de la metrópolis detuvieron las obras faraónicas. China se muestra al mundo como una potencia industrial mundial, exhibiendo en la vidriera internacional a una ciudad conocida por sus fábricas en decadencia y hoy convertida en un moderno referente global.
Los especialistas anticipan que la Feria Mundial mostrará a China como una potencia y catapultará a Shanghai al grupo de las modernas metrópolis globales - AP
La Feria Mundial de Shanghai no tiene pagodas, granjeros trabajando en arrozales ni masas de ciclistas pedaleando por calles estrechas. En cambio, la exposición abrió sus puertas a lo grande, con una cuidada imagen de espectacularidad y perfección, como acostumbra China cada vez que un evento tiene proyección internacional.
Para Shanghai, la Expo es una vuelta al escenario mundial después de décadas de espartana industrialización tras la revolución comunista de 1949. Al igual que las olimpiadas del 2008, la Expo es una ocasión para mostrar la creciente influencia económica y geopolítica de China, tanto al mundo como sus ciudadanos.
Los visitantes a la exposición más grande de la historia pueden encontrarse con un pulpo gigante, una pradera alpina y una "ciudad verde" en forma de manzana, entre decenas de pabellones de todas las formas, colores y tamaños que muestran un caleidoscopio de visiones acorde con el tema de la Expo: "Una Ciudad Mejor, una Mejor Vida".
Es probable que la Expo de Shanghai sea la feria universal más grande de todos los tiempos, pues se prevé que la visitarán 70 millones de personas en seis meses, antes de su cierre el 31 de octubre. Sin duda, es el evento más grande de China desde los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008. El gigantesco emprendimiento mostrará al país asiático como una potencia industrial mundial, y le dará a Shanghai, su ciudad más grande, la oportunidad que tanto esperó para exhibir su impresionante transformación de pueblo de fábricas en decadencia a moderna metrópoli global.
En una era de realidades virtuales y 24 horas de información, es poco probable que los visitantes de la Expo Mundial de Shanghai encuentren el tipo de avances tecnológicos (como la televisión) que debutaron en ferias mundiales décadas atrás. Pero gobiernos, grupos y promotores corporativos, con exposiciones a lo largo de más de cinco kilómetros cuadrados a ambos lados del río Huangpu, ofrecen ideas variadas para vivir de forma sostenible en las ciudades.
En Pudong, del lado este del río, donde se ubican los pabellones nacionales y la mayoría de las instalaciones más grandes, gigantescos embudos blancos dan sombra, dirigen la luz del sol hacia las pasarelas peatonales y recogen el agua de lluvia para reciclarla. En Puxi, el lado occidental, una colección de pabellones empresariales y locales demuestra las "mejores prácticas urbanas", enfocadas en el desarrollo de tecnologías sostenibles y la preservación del patrimonio. Paneles instalados en varios edificios de la Expo crean un sistema de energía solar de cinco megavatios (el más grande de China), mientras que automóviles con cero emisiones de contaminantes se utilizan para desplazarse dentro de las instalaciones.
Los organizadores señalan que la mayor parte de los materiales usados para construir los pabellones son reciclables y no emiten dióxido de carbono. Sin embargo, los funcionarios revelaron que no tienen información sobre las toneladas de acero fundido o concreto usado en la Expo, ni la cantidad de energía consumida en el proceso.
EL EFECTO RESIDUAL
Al igual que las Olimpíadas de Beijing, el megaevento dejará un legado de nuevos monumentos. El más llamativo de ellos es el pabellón de China, una estructura escarlata de 69 metros de altura. Aunque es imponente, es mucho más pequeño que la Torre Eiffel, de 300 metros construida para la Exposición Universal de 1889.
Un edificio cultural en forma de almeja con espacio para 18.000 personas, un centro de conferencias y un nuevo estadio son otras de las instalaciones que se unirán permanentemente a los rascacielos de Huangpu. Asimismo, según funcionarios, muchos de los viejos edificios industriales en los que se harán las exhibiciones fueron restaurados y se mantendrán como museos y otras instituciones culturales cuando los pabellones temporales se desmantelen.
CURIOSIDADES APTAS PARA TODO PÚBLICO
Para aquellos que deseen escapar de las multitudes, el pabellón de Suiza ofrece un paseo en aerosilla encima de una pradera alpina. Los Emiratos Árabes tienen un pabellón en forma de dunas de arena, el de Israel se asemeja a un caracol, el de Rumania es una manzana verde y el de Macao está inspirado en un conejo. El famoso local de ventas de pulpo "takoyaki" de Osaka envió un letrero de ocho patas y cinco toneladas, como un pulpo.
Chocolates belgas, sushi japonés o la picante comida de Sichuan, pueden degustarse en los 200 puntos de comida de la feria. Según los organizadores estos puestos alimentan a unas 40.000 personas al mismo tiempo.
Fuera de la Expo, la ciudad construyó una nueva terminal de aeropuerto, líneas de subterráneos, túneles y puentes para atender a los cientos de miles de visitantes que llegarán cada día. Ningún detalle parece de poca importancia, incluso las señales públicas fueron remodeladas para promocionar los zoológicos de la ciudad.
Haibao, la mascota azul de la Expo, es "el embajador de buena voluntad" de Shanghai, un "tesoro de los mares", que adorna prácticamente todos los espacios públicos. A diferencia de las masas súper controladas de los Juegos Olímpicos, se supone que la Expo será un evento de "puertas abiertas", según funcionarios de turismo, lo cual conlleva muchos retos logísticos y de seguridad. "No tenemos ninguna restricción. Le damos la bienvenida a visitantes de todos los países", expresó Cheng Meihong, vicepresidente de la agencia de turismo de Shanghai.
Las entradas de 28 dólares para la inauguración de la feria se agotaron pero se consiguieron en reventa a más del triple del costo. Como no hay estacionamientos cerca de la Expo, los visitantes tienen que pasar por una serie de puntos de seguridad y tomar autobuses o subterráneos llenos de gente. El hacinamiento, especialmente en días pico -en los que se esperan hasta 800.000 visitantes-, podría ir más allá de lo que la mayoría de la gente haya experimentado.
Los organizadores afirmaron que habrá un sistema que avisará cuando el área esté demasiado llena. Anticipando que algunos visitantes y voluntarios podrían sentirse un tanto abrumados, también se ofrecerán servicios de emergencia y orientación. Al menos el terreno de la Expo es espacioso, con un tamaño equivalente a 990 campos de fútbol americano o cuatro veces más que la última exposición universal en Aichi, Japón, en el 2005.
No todo lo que brilla es oro
Shanghai tuvo que someterse a una remodelación integral para ser la sede de la Feria Mundial 2010, pero las innovaciones no alegraron a todos los habitantes de la ciudad. Según parte de la población, el slogan del evento, “Una mejor ciudad, una mejor vida”, no se aplica a sus realidades, ya que las autoridades no protegen los lugares históricos, y tanto edificios de oficinas como barrios enteros fueron demolidos para construir parques y centros comerciales.
En algunos casos, los vecinos son vigilados e incluso acosados por la policía, y un porcentaje de los que se manifestaron en contra de la Expo porque amenazaba sus casas fueron detenidos y, según trascendió, golpeados. El Gobierno informó que más de 18.000 familias fueron reubicadas debido al proyecto de restructuración urbana y que 6.000 activistas fueron arrestados.
En cierto punto, la población está aliviada de ver que las construcciones ya están terminadas debido a que, durante el proceso, el polvo tapó las calles. Sin embargo, el caudal de turistas que están llegando a la ciudad es tal que tanto los aeropuertos de Hongqiao y Pudong se vieron obligados el martes pasado a mandar de regreso a los vuelos que tocaban tierra.
A pesar de los aspectos negativos, el profesor Wang Wei Qiang, que enseña planeamiento urbano en la Universidad de Tongji, ve con buenos ojos la remodelación, y asegura que “sin un evento urbano tan grande como la Expo, Shanghai habría desarrollado y renovado su infraestructura a un ritmo mucho menor.”
Fuente: observadorglobal.com