El policía del que Macri no puede hablar.

por Raúl López / Facundo Pedrini /

Juan Carlos Bayarri pasó trece años preso, acusado de haber sido el cerebro del secuestro de Mauricio Macri en 1991. Absuelto en 2004, llevó su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos –donde logro la condena contra el Estado argentino- y acaba de conseguir que la Cámara Federal porteña entendiera finalmente que su confesión fue forzada bajo tormento. Escribió un libro en el que cuenta su historia, la de un ex policía cesanteado que todavía soporta amenazas por haber denunciado a la banda de los comisarios que lo torturó. “Macri no me reconoce” dice y afirma –ante la indiferencia de los grandes medios- que el caso del ex presidente de Boca fue un autosecuestro.

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Foto: Sebastián Vricella

"Por qué a vos, Bayarri?”, es la primera pregunta para el policía que estuvo casi 13 años detenido acusado de participar en cinco secuestros extorsivos, entre ellos el del actual jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. ¿Será porque es policía, porque somos periodistas y desconfiamos de cualquiera, o porque cualquier detective empieza por investigar a la víctima? ¿O será porque integró la custodia del presidente chileno Salvador Allende durante su visita a la Argentina el 25 de mayo de 1973, cuando prestaba servicios en el Departamento de Asuntos Extranjeros? ¿O porque le decían “Fúser” (uno de los apodos de Ernesto Che Guevara cuando jugaba al rugby), por sus ideas peronistas cercanas al socialismo y ajenas a la ideología dominante en la familia policial? Juan Carlos Bayarri no se ofende. “Si durante tantos años logré engañar a tantos jueces, a tantas Cámaras y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debo ser una mente brillante”, dice.

Bayarri escribió un libro, “Los frutos del árbol venenoso. El verdadero secuestro del caso Macri”, en el que se define como un “eterno luchador”. Ninguna de las grandes editoriales quiso publicarlo, asegura, “por el blindaje mediático que tiene Macri”. Y refuerza sus dudas sobre el secuestro del ingeniero en 1991. Pese a que la Justicia lo dio por probado, él cree que “pudo tratarse de un autosecuestro, una operación política del Gobierno menemista a días de una elección, para lanzarlo como un trampolín hacia la política porque era un verdadero desconocido”. Sobre el pago del rescate, menciona que “en su momento se habló de la compra de una compañía pesquera en el sur del país”.

Además de Bayarri, otros policías como los comisarios Arza, Andersen y González estuvieron presos por el secuestro del jefe del PRO. “No sólo cabe preguntarse por qué a mí, sino por qué también decenas de ciudadanos fueron privados de su libertad por causas armadas por la tristemente célebre División Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal. Esto fue claramente denunciado en el famoso Informe Rafecas, que involucraba además a otras divisiones de la PFA”, relata en el primer encuentro que tenemos en un café a metros del Congreso de la Nación.

Le dedicó el libro a su padre, Juan José Bayarri, ya fallecido (“lo secuestraron conmigo, lo obligaron a entregar 200 mil dólares en el juzgado de Bonifati; su denuncia en la justicia de la provincia de Buenos Aires salvó mi vida”) y al ex presidente Néstor Kirchner (“bajo cuya conducción alcancé la libertad”).

Además, destaca la actuación de la ex ministra Nilda Garré para depurar a la fuerza de sus integrantes corruptos, pero embiste contra la complicidad de fiscales y jueces para mantenerlo preso y encubrir los tormentos a los que fue sometido.

A punto de cumplir 65 años, hoy Bayarri apunta contra una larga lista de responsables: el fallecido juez Nerio Bonifati, su secretario Eduardo Albano Larrea, y los comisarios Carlos Sablich, Vicente Palo (fallecido), Alberto Alejandro Armentano, Carlos Jacinto Gutiérrez, el suboficial Julio Roberto Ontivero y los oficiales Daniel Oscar Rodenas y el comisario mayor Gustavo Adolfo Storni, alias “El Colorado”, por los secuestros y torturas sufridos por él mismo y por el policía retirado Carlos Benito, otro de los entonces aprehendidos por el caso Macri, ya sea por participar directamente de los operativos para capturarlos sin orden judicial, someterlos a tormentos o encubrir las torturas. “Son los policías preferidos de Mauricio, el germen de la Metropolitana junto al Fino Palacios, los comisarios a los que Macri iba a visitar cuando plácidamente estaban arrestados en la sede de la Policía Montada, a sus anchas, caminando libremente, cenando con vino y usando hasta dos teléfonos celulares. Ellos todavía siguen gozando del grado policial, con derecho al uso de arma y uniforme, mientras que a mí me cesantearon”.

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Foto: Sebastián Vricella

Cuando le preguntamos si anda armado, responde que no, a pesar de las amenazas sufridas. Este hombre pelado y que camina siempre con anteojos oscuros dice que solamente busca justicia. Que la memoria de su padre es la luz que lo guía para seguir adelante, después de tantos años de padecimiento. Para algunos de los que defienden a los policías que acaba de condenar el Tribunal Oral Criminal 19 de Capital Federal, Bayarri solamente busca ganar más dinero (admite sin culpa que fue indemnizado con 300 mil dólares por la Corte Interamericana de Derechos Humanos), es un secuestrador y un fabulador en busca de venganza. "Uno de los apologistas de los comisarios, cuando en la audiencia en la que se exponían las dúplicas y réplicas- previas a las últimas palabras y la sentencia- sacamos fotos al fiscal, a la querella y a los imputados, nos dijo: “quieren fotos? Acá tienen.” Y nos entregó un recorte periodístico sobre el caso Walter Bulacio. Allí se veía a la abogada de la Comisión contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), María del Carmen Verdú. “Ella es la que tiene monitoreado al fiscal para buscar una condena”, escupió con bronca.

Bayarri dice que para entender los secuestros hay que pensar en la películaHombre en llamas. “Los que más saben de secuestros son los que trabajan en la División Antisecuestros: tienen el conocimiento, la cobertura y el poder para cometerlos. No olvidemos que Sablich se alejó de la policía cuando era jefe de la División Delitos Complejos y ocurrió el secuestro de Axel Blumberg.”

Entre los integrantes del Poder Judicial a los que señala como responsables de su calvario están no sólo Bonifati y Larrea, sino también el juez Rodolfo Canicoba Corral y el juez Luis Alberto Zelaya. Le preguntamos por qué.

“Bonifati no debía haber intervenido en el caso Macri porque era juez de Instrucción y, por tratarse de un delito calificado como secuestro extorsivo, tenía que hacerse cargo de la causa un juez federal. Y Canicoba Corral, cuando en una audiencia le manifesté que mi confesión fue firmada bajo tortura, me respondió que se trataba de una simple denuncia. Luego me condenó a prisión perpetua.” Otro de los magistrados con los que Bayarri se muestra indignado es el juez Zelaya y los entonces fiscales Mariana García y Marcelo Martín Retes. Nos recuerda que, en junio de 2004, la Sala Especial de la Cámara en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal ordenó instruir un proceso penal contra el magistrado por el presunto incumplimiento de la obligación de perseguir delincuentes. Se le imputaban irregularidades como instigar a testigos a declarar con falsedad, sancionar injustamente a sus empleados y ejercer coacción sobre funcionarios judiciales. En agosto de 2008, fue sobreseído por Daniel Turano.

Para el doctor Rodolfo Yanzón, abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y autor del prólogo de “Los frutos del árbol venenoso”, “el juez Zelaya sostuvo la versión policial para no desenmascarar lo realmente sucedido con el “secuestro” de Macri. Fue denunciado penalmente y cuestionado por el Consejo de la Magistratura. Luego de años de impunidad, en julio de 2013, el Procurador Eduardo Casal dictaminó contra el sobreseimiento para Zelaya, quien, según el testimonio de sus propios empleados, pese a que conocía las torturas sufridas por Bayarri, encubrió a los uniformados. El planteo de Casal fue por los casos Bayarri y Bueno Alves: en ambos, Zelaya encubrió el accionar ilegal de los policías.”

Del testimonio de los empleados de Zelaya mencionados en el libro de nuestro entrevistado, se desprende que el juez estaba preocupado porque, si dictaba los procesamientos por torturas, se caía la causa del secuestro de Macri.

Alguien que se atreve a declarar contra sus camaradas de armas, ¿es visto como valiente o como un buchón que rompe los códigos?. “Hay de todo”, responde Bayarri, “todavía tengo muchos amigos policías que me apoyaron durante los 13 años que estuve preso”. Los buenos policías no convalidan la injusticia cometida contra ciudadanos ni contra sus honestos compañeros de la fuerza, o así debería ser. En los tribunales nacionales e internacionales, Bayarri ganó su lucha, recuperó la libertad y logró que la patota policial a la que acusa de su calvario sea juzgada con todas las garantías que este sargento retirado no tuvo.

La Corte Interamericana condenó al Estado argentino como en el Caso Bulacio. Finalmente, el comisario Miguel Espósito fue juzgado y condenado a 3 años de prisión en suspenso por la privación ilegal de la libertad del joven ricotero. No por los golpes sufridos en la comisaría que desencadenaron su fallecimiento, según afirmara un suboficial de la Federal. Walter está muerto, y el comisario Espósito, en libertad. Con Bayarri… ¿será Justicia?

“Macri no me puede mencionar”

-¿Por qué Macri no habla de usted?

Bueno, no es frecuente que hable de su cautiverio. Por escrito no me reconoce. En alguna oportunidad, me mencionó en el programa de Susana y hace unos días, Fantino le preguntó sobre el secuestro y dijo algunas palabras. No es casual que lo haya hecho a días de la audiencia. Ahora que soy inocente no me puede mencionar más, porque lo voy a querellar. Si la justicia me absolvió de culpa y cargo y yo estoy en libertad no me puede culpar de nada. Los verdaderos secuestradores son los que me torturaron.

-Carlos Alberto Sablich, Carlos Jacinto Gutiérrez y otros ex agentes de la Policía Federal (Alberto Alejandro Armentano y Julio Roberto Ontivero) fueron condenados finalmente a 16 años de cárcel. ¿Se debe entender como un acto de justicia o como una purga que llegó tarde?

Todas las purgas son a tiempo. Si. Posiblemente quede alguno, Sablich es un ser siniestro, procesado por casos de tortura desde 1998. Es mentira que Kirchner lo haya propuesto para ser jefe de la Federal. Tuvo que irse antes de que “lo fueran”. Su abogado es Ricardo Saint-Jean, hijo del gobernador bonaerense durante la dictadura Ibérico Saint-Jean (personaje que entre otras cosas, se hizo famoso por su frase: “primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos”).

Con esta clase de tipos estamos lidiando. Además, hace unos años, Nilda Garré relevó de sus funciones a Gustavo Adolfo Storni, alias “El Colorado", otro comisario represor. Todos ellos formaban "la Banda de los Comisarios”, integrada por al menos siete miembros, todos policías, que se dedicaban al secuestro extorsivo y que habrían sido responsables de dos casos resonantes: el de Osvaldo Sivak y el de Rodolfo Clutterbuck. Dos secuestros terminados en homicidios.

-Macri fue secuestrado a las 13:15 del 24 de agosto de 1991, en la puerta de su casa, en Tagle 2804, frente a una calle lateral de Canal 7. Usted fue secuestrado junto a su padre, tres meses después del rapto ¿Está en condiciones de reconstruir el suceso?

Me llevaron en forma clandestina a lo que fue el Olimpo, fui torturado mediante asfixia con una bolsa de plástico que me cubría la cabeza, al aplicarme la técnica del submarino seco y me generaron una hemorragia que hizo estallarme los tímpanos, durante la tortura me hacían adivinar si mi padre estaba vivo o muerto. Después pusieron en el expediente que me habían agarrado en La Boca. En un momento uno de ellos gritó: "si querés seguir vivo y volver a ver a tu viejo, te tenés que hacer cargo de todo esto" (en referencia al secuestro del ahora Jefe de Gobierno). Así estuve en la cárcel, 12 años, seis meses y cinco días.

-Le colocaron una bomba en el patio de su casa que fue desactivada por la Bonaerense, en el servicio penitenciario de La Plata lo amenazaron de muerte para pedirle que recapacite, ¿cuándo fue la última amenaza que recibió?

Fue hace unos meses, estaba en un bar de la calle Lima, frente al ministerio de Desarrollo Social, se me acerca el mozo y me dice: "¿usted es Juan Carlos?, tiene teléfono en la barra", al principio pensé que era una broma, cuando me acerco una voz del otro lado me dice: "cortála con las denuncias de torturas". Me estaban siguiendo, creo que del Departamento de Policía. Pero nunca pensé en recapitular, se lo prometí a mi padre, fui a su entierro encadenado, lloré arriba de su tumba esposado mientras miraba a mi padre quebrado. Por él sigo.

-¿Que expectativas tenía antes del juicio?

Tenía la convicción de que a Sablich y los demás los iban a condenar por lo que hicieron.

La sentencia

A las 19 horas del 29 de mayo del 2014, los jueces Alberto Ravazzoli, Horacio Barberis y Raúl Llanos, a cargo del Tribunal Oral Criminal 19 de Capital Federal, dictaron sentencia. Los fundamentos se van a conocer el 5 de junio próximo.

Carlos Alberto Sablich, alias El Ruso, comisario inspector retirado de la Federal, y Carlos Jacinto Gutiérrez, comisario retirado de la PFA, fueron condenados a 16 años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua por los delitos de privación ilegal de la libertad agravada en concurso ideal con imposición de torturas.

Eduardo Albano Larrea, alias “Vasco” o “Bambi”, fue condenado a la pena de tres años de prisión de cumplimiento efectivo por el delito de encubrimiento y se le prohibió salir del país: debe presentarse mensualmente ante el Tribunal.

Julio Roberto Ontivero, alias “Toto”, suboficial mayor retirado de la PFA, y Alberto Alejandro Armentano, comisario retirado de la Federal, fueron absueltos.

Sablich, Gutiérrez y Larrea se fueron caminando del edificio de Lavalle 1171. El TOC 19 ordenó que una vez que la sentencia quede firme, sean inmediatamente detenidos y alojados por el Servicio Penitenciario Federal.

Juan Carlos Bayarri se quebró. Lloró al recordar las torturas, los largos años encarcelado en Caseros y Marcos Paz, a su padre muerto. Después, se fue caminando por la avenida Corrientes, solo, con la satisfacción de que esta vez, en un caso histórico, hubo Justicia. Aunque su nombre no llegue nunca a la tapa de los diarios.

Fuente: http://www.revistacrisis.com.ar/el-policia-del-que-Macri-no-puede.html

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