Los periodistas deportivos.

Por

Eduardo Anguita

eanguita@miradasalsur.com

Juan Pablo Varsky, Gustavo Vergara, Alejandro Apo.

 

Una charla con tres de los más renombrados comunicadores del deporte: Juan Pablo Varsky, Alejandro Apo y Gustavo Vergara en un anticipo de lo que se podrá ver esta noche por CN23.

“Al ver a Barcelona jugamos mejor”

Juan Pablo Varsky tiene 41 años y casi 23 de experiencia en periodismo deportivo. Arrancó a fines de 1989, cuando –estudiante de Economía y Ciencias Políticas– estrenando trabajo intentó averiguar en el Círculo de Periodistas Deportivos dónde poder cursar la carrera. “Reuní el formulario, me enteré que había que rendir curso de ingreso y nunca lo hice, pero estudié.”
–¿Por qué querías ser periodista deportivo, por tu capacidad de comunicador o por tu gusto por el deporte?
–Me gustaba, y me sigue gustando mucho el deporte. Era el típico pibe que relataba los partidos solo en mi habitación mientras tiraba una pelotita de tenis contra la pared e iba a buscar el cabezazo. Siempre me gustó relatar, escuchar la radio.
–¿Tenías algún relator preferido?
–Primero, José María Muñoz; después, Víctor Hugo. En mi familia, nos juntábamos a comer los kreplaj que hacía mi abuela Felisa. Mi abuelo agarraba el Clarín con las formaciones y ponía la radio, cuando los partidos se jugaban todos al mismo horario. A cada gol, mi abuelo subrayaba al autor en el diario. Hubo un día en que le dije que quería hacerlo yo. Y ahí empezó mi relación con el periodismo deportivo.
–Fuiste de los primeros que trabajaron para los cables, VCC, Video Cable Comunicación, era una empresa muy chiquita…
–Claro. Mi mamá era directora de VCC. Ella sabía que me gustaba el fútbol y me dijo que había un lugar de asistente de producción. “Obviamente, no vas a cobrar un peso, te lo ofrezco a vos antes de poner un aviso”, me dijo. Yo al principio me negué, pero después hablé con un amigo y me convenció de que agarrara viaje. El tema es que debuté el 23 de octubre de 1989. Ese día jugaban Argentinos y Boca en la cancha de Atlanta. Se derrumbó una tribuna, hubo un quilombo bárbaro, tuve que llamar a la comisaría, hacer el trabajo de periodista en ese momento, sin celular, con la teletipo escupiendo cables. Y el Negro Juvenal, monstruo total, me dice que le prepare un bloque de siete minutos. Bueno, yo lo preparo: partido que termina 3 a 0, con goles de Fulanito y Menganito, todo así. Y Juvenal me dice “no, pibe, lo vas a presentar vos en cámara”. Tuve mi primer contacto con las cámaras ocho días después de haber empezado. Una cámara que grabé durante cinco horas para dos minutos. Tartamudeaba, me equivocaba, miraba para todos lados, un desastre. Así empecé.
–¿Cómo incidió la televisión en la formación de los jóvenes periodistas deportivos?
–Muchísimo. En el ’89, el cable recién se imponía como medio de comunicación, como alternativa a la televisión abierta. Voy más adelante en el tiempo: 1994, Mundial. Ahí ya tenías TN, estaba naciendo Crónica TV; después nació TyC Sports. Si vos comparás ’94–’98, entre el Mundial de Estados Unidos y el de Francia, se creó el diario deportivo Olé, la radio deportiva La Red, los diarios generalistas aumentaron el volumen de noticias deportivas, hubo más señales de noticias, todo eso más la revolución de las comunicaciones que permitía tener vía satélite lo que antes vos tenías por barco en un cassette enorme que te llegaba dos semanas después. Al Napoli de Maradona lo veías dos semanas después con los resúmenes. Después tenía todo en el momento, y eso creó una oferta de trabajo muy importante. Aparecen las escuelas de periodismo, se empiezan a formar chicos. Ahí se crea la ilusión de que es muy fácil conseguir el primer trabajo. Pero llega la recesión del ’98, algunos medios se cierran. Y la ilusión se transformó en frustración.
–Hasta hace un tiempo, la idea del periodista era que trabajaba en varios medios: radio, televisión, gráfica. Ahora se suman las redes sociales. ¿Cuál es el futuro, que dentro de un tiempo uno agarre el telefonito y pueda ver un partido de hockey en Japón?
–Sí. Incluso ahora en esta temporada de Champions League, ESPN lanzó una publicidad con la promoción de los partidos por el smartphone, el teléfono. Va por ahí, las revoluciones de las comunicaciones no cesan.
–¿Qué tipo de audiencias moldea esta segmentación de nichos?
–La audiencia tradicional sigue siendo potente y un parámetro ineludible, pero hay otros medios y modos para ver un partido. En el último viaje por España, me topé con argentinos que me dicen “Yo te veo por DirecTV”, y yo les digo “Pero yo lo hago por DirecTV acá”, “No, no, Rojadirecta.com que toma la transmisión de DirecTV”. O sea que ya no es lo mismo, cambió el concepto de la relación tradicional de televisor–equipo periodístico–televidente.
–¿Creés que muchos chicos ahora sólo se compran un programita simulador de fútbol, de hockey, de rugby?
–No, me cuesta generalizar, sacar una tendencia definitiva. Mi hijo, de nueve años, ve un partido de fútbol y quiere salir a jugar. Le gusta la Play, sí, pero hay como un contagio. Con mis compañeros de equipo decimos que, cuando vemos al Barcelona, salimos a la cancha y jugamos mejor. Vemos tres, cuatro, cinco pases seguidos y queremos hacerlos. Cuando veo deporte de altísimo rendimiento me siento inspirado, con ganas de hacer lo mío, obviamente en una aproximación del 0,01 por ciento, pero hacerlo. Claro que hay un riesgo de sedentarismo, de quedarte haciendo zapping porque la oferta es tremenda.
–Supongamos que hay una maestra preguntándote “a ver, Varsky, ¿qué les digo a los chicos para que no se me escapen al fondo con el telefonito a mirar imágenes?”. Digo, ¿qué hay que hacer en la escuela?
–La escuela tiene sus contenidos, sus espacios, y para usar el telefonito hay otros tiempos. En eso soy bastante tradicional y conservador, uno a la escuela va a estudiar y aprender. Y hacerle caso a la maestra, al profesor.
–¿Hacés una excepción, por ejemplo, con un Mundial de Fútbol?
–Sí, hasta podés aprovechar la oportunidad para sumar otros contenidos. Si no, no te dan pelota.
–Estás haciendo periodismo político. En el momento te satura el hecho de tanta buena onda para tener una mirada más crítica o es decir: bueno, ya he logrado tal nivel de popularidad, de conocimiento.
–El deporte es integrador, una herramienta social fabulosa. El tema también es que hay una competencia que puede llegar, y de hecho llega, a las trompadas. Puede pasar que en la villa el deporte sí sea integrador. Pero cuando vas a un torneo de fútbol amateur, con chicos de 10 u 11 años, y los padres quieren cagar a trompadas al árbitro, al técnico porque no pone al hijo, no es todo tan romántico. El tema es cómo aplicás el deporte como integrador, como herramienta social, y no se te va para otro lado.
–¿Eso tiene que ver con la violencia paternal o con la locura de sacar de la familia a un nuevo Messi, un maradonita?
–Un poco de las dos cosas. Lo veo también en el tenis. Padres recontra protectores, y el pibe que, con 10 años, debe manejar su ansiedad y la de su padre. Hay como una desesperación por salvarse y eso se expone más en un deporte de equipo. Por ejemplo, van trescientos chicos a probarse a River. Cada uno tiene 10 minutos. ¿Qué es lo primero que hace cuando agarra la pelota? Empieza a gambetear, a hacerse ver. Si gambetea, no se la pasa al compañero, y quizás la jugada en ese momento pedía un pase. El chico prescinde del juego en equipo y hace la de él.
–¿Sigue el funcionamiento de los Juegos Evita y lo que se hace desde la Secretaría de Deportes?
–No con tanta profundidad.
–Ramón Carrillo, gran ministro de Salud, aprovechaba la colimba y los Juegos Evita para estudiar los tipos de enfermedades sociales. ¿Necesitamos todavía utilizar el deporte para eso, o está tan enfervorizada la cosa comercial y competitiva que nos olvidamos del aspecto de la salud?
–No, para mí es fundamental, creo que como herramienta vale mucho más desde la formación que desde la competencia, vos podés en un Campeonato Evita detectar un talento, Brian Toledo por ejemplo, el lanzador de jabalina, y está bueno, pero esa para mí debería ser la excepción. En los Torneos Evita no deberías buscar grandes campeones. Pero es lo otro: que usen el tiempo y la energía, que disfruten del juego, el placer de jugar, sin estar tan pendientes ser observados. El Estado tiene que fomentar la información, la contención. Después, si hay uno que puedas detectar como posible atleta de alto rendimiento, bienvenido. El deporte argentino no tiene una cultura como la de Estados Unidos con el deporte universitario. Acá es otra cosa, y tiene que empezar desde muy abajo.
–¿Y Fútbol para Todos?
–Ya está instalado, pero creo que podría hacerse mejor. Creo, también, que hay un efecto negativo que no tiene que ver con la implementación. Uno de los méritos que tenía Futbol de Primera, programa en el cual participé y no reniego de haberlo hecho, era que te presentaba una fecha horrible en dos horas de un buen programa, más allá del secuestro de los goles y todo eso. El tema es que ahora se ven los diez partidos por televisión abierta: esa es la muy buena noticia. La mala es que no podés sostener un partido entero porque el juego no te ayuda, es una consecuencia deportiva.
–Las intervenciones del periodista y de los medios, ¿podrían mejorar el formato?
–Hay que mejorar el producto, sin dudas. Hay una responsabilidad también de entrenadores, de jugadores, de dirigentes. Entonces, hoy, la consecuencia deportiva del Fútbol para Todos es decir “che, pero se juega horrible”. Y no es así, hace 10 años también se jugaba mal. Yo hacía los títulos de Futbol de Primera, y tenía que vender como maravillosa una fecha que había sido espantosa, pero en esas dos horas, con musiquita, parecía bueno. Eso ya no corre más, se terminó. Eso que es positivo para todos los argentinos, habría que aprovecharlo para mejorar la calidad del juego, que sea más exportable, que el interés no sea solamente poner a River, sino a los futbolistas de River. Hoy el fútbol argentino no tiene atracción en el exterior más allá del folclore, de la historia.
–En este traspaso al periodismo político, ¿qué cosas te deja el periodismo deportivo que te permiten competir en ese segmento, y qué cosas tenés que aprender y todavía crees que difíciles?
–En 1995, el Boca de Maradona jugaba contra Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Ese día, el Perro Santillán hacía una marcha. Yo había ido como cronista para cubrir el partido y me mandaron a cubrir la marcha. Nunca había hecho algo así. Pero fue la nota más fácil que hice en mi vida. Hay una predisposición, “sí, vení, cuándo hacemos la nota”; en cambio, el futbolista es mucho más reacio. Lo que tiene el periodismo deportivo bien ejercido es que se necesita un conocimiento para interpretar o comentar un partido. Eso supone un conocimiento, o demanda un conocimiento, que a mí me ayuda para después por ejemplo interpretar un hecho político.

Relatos, maestros, rescates, goles y el análisis del fútbol

Se dice que si hay alguien tímido, basta llevarlo a un debate sobre fútbol para que se le rompan todos los esquemas dada la fantástica integración que se da cuando nos ponemos a hablar de fútbol. Y de eso se trata, fútbol y la Argentina, con Alejandro Apo y Gustavo Vergara. Casi ni hacen falta preguntas.
Alejandro Apo: –Cuando se escucha la palabra “debate”, y uno sabe que en este momento en la cultura popular de la Argentina está bien arriba la palabra “discutir”, siempre que se respeten las miradas, enriquece, hace crecer. A veces escucho a personas que no tienen nada que ver con mis ideas, en el fútbol o en la vida, y enseguida me doy cuenta de que parten de un lugar del que yo nunca partiría, pero que ese lugar existe, entonces ahí es donde crezco. Otra palabra que se escucha mucho, desde la escena oficial, es “diversidad”. Y está perfecto.
Gustavo Vergara: –Es que el fútbol tiene tantas miradas. Podemos debatir sobre todos los equipos, incluido, claro, el de la selección...
A. A.: –Podemos decir que yo soy más pesimista con el equipo argentino de ahora.
G. V.: –Hace rato que sos pesimista con el equipo argentino. Hace un año, cuando comenzaba la Copa América en el estadio Único de La Plata, tuve el honor de compartir transmisión a través de la radio pública con Alejandro, y venían colegas de otros programas a preguntar cómo iba a salir el partido: Argentina–Bolivia, partido inaugural. Era un partido accesible, y todos decían 5 a 0. Y Alejandro se paró: “¿Qué pasa, muchachos? Yo me conformo con 1 a 0”.
A. A.: –El partido se gana cuando termina. Había soberbia, desconocimiento del fútbol boliviano. ¿Acaso no evolucionan ellos? Yo dije que era muy difícil. Ganaba Bolivia durante casi todo el partido y terminó empatando Argentina sobre el final 1 a 1.
G. V.: –Y después ocurrió lo mismo en las Eliminatorias. En la cancha de River, también empatamos 1 a 1.
–Pasión, emoción: siempre presente en el diálogo del fútbol, pero, ¿cómo se sabe de fútbol?
G. V.:
–No hay que analizar los partidos en virtud del resultado, porque allí ya cometemos el primer error. Yo soy narrador deportivo pero uno analiza después lo ocurrido. Y si se parte de la base del resultado, se parte de una base errónea. Hace poco, River jugó un buen partido frente a Newell's, y terminó empatando 3 a 3. Al contrario, frente a Vélez Sarsfield, sucumbió absolutamente. Ahí sí se dio el resultado que tiene relación con el desarrollo. Entonces, para saber hay que informarse mucho, hay que mirar incluso fútbol de otras ligas, porque cuando hablamos de la Selección, tenemos que saber también cuál es la actualidad de los futbolistas que componen ese equipo, qué trajín tienen de los partidos que juegan en sus clubes, y a partir de allí se hace un análisis. Pero todos los argentinos hinchas del fútbol creemos que sabemos de fútbol.
A. A.: –Más de cuarenta millones de entrenadores.
–En una de las reuniones entre Frondizi y Kennedy, éste le dijo “imagínese el problema que tengo yo, ser el presidente de doscientos millones de norteamericanos”. Y Frondizi retrucó: “No, mire, el problema lo tengo yo, que tengo un país con tantos millones de presidentes”.
A. A.:
–En el fútbol pasa lo mismo. Yo soy hijo periodístico de Mario Trucco, caminé por ese lado. Y recuerdo un consejo que me dio. Yo estaba medio de moda, tenía mucho laburo. Y un día Mario me encuentra en Pavón y Matheu, la esquina de Canal 11, y me invita a tomar un café. Ni bien nos sentamos, me dijo: “Escuchame una cosita: vos estás muy bien formado porque tu padre ha sido un hombre que te ha puesto el virus de la cultura popular, igual que tu madre, pero viste cómo son las luces de acá. Los genios no hablan ni por radio ni por televisión. Los genios descubren la vacuna contra el cáncer. Nosotros, si hablamos por radio o por televisión, no somos genios. Somos laburantes, que tenemos que investigar, que tenemos que prepararnos. No te creas nada”. A partir de eso, no me creí nada y lo que hice fue tratar de mejorar mi periodismo.
–Yo los veo a ustedes, con el Mariscal Perfumo, tipos que uno sueña con saludar alguna vez, cómo laburan el programa, con qué puntualidad, qué rigor, cómo se pasan la voz. Hay una disciplina de trabajo, una obsesión con la palabra justa.
G. V.: –Es que, en esta profesión, cuando se apaga la llama, se pierde todo. Yo tengo la misma vocación de ir a la cancha a transmitir un partido de fútbol que tenía hace veintitrés años cuando transmití mi primer partido, al lado de Mario Trucco, justamente, que fue un respaldo formidable para mí. Ahora, trabajar con tipos como Perfumo y el resto de los compañeros se te hace muy fácil. Ya no sólo depende de uno, sino que sabés que estás respalado por compañeros de fierro.
–Viven el fútbol desde hace muchos años. Cuando tienen que analizar Futbol para Todos, ¿lo ven como una herramienta para que llegue el futbol a todos, o es una metáfora de la cultura y de la política argentina que va un poquito más allá?
A. A.: –Yo soy un fanático de la idea de recuperar el fútbol como patrimonio cultural. Y eso es lo que se dio con Fútbol para Todos. Cuando preguntabas cómo analizar quién sabe o no de fútbol, pienso en nombres y repito el de Mario Trucco, digo la pasión de Horacio García Blanco, digo el análisis de Ibarra. Pienso en Ezequiel Fernández Moores, un escritor, un investigador, un maestro que está un poco más arriba de nosotros que sólo comentamos el hecho deportivo y nada más. Él habla del deporte de manera institucional, como herramienta política, es un hombre muy preparado. Juan Pablo Varsky, lo mismo. Hay muchos. El chico que comenta, el que estaba en Futbol de Primera y ahora está con nosotros…
G. V.: –Fernando Pasini.
A. A.: –…tiene un nivel de análisis enorme. Enrique Macaya Márquez, muy criticado por todos, es un hombre que conoce el juego y sabe de qué habla. Tuve charlas con él fuera del micrófono larguísimas, es un maestro, un hombre al que siempre hay que escuchar. Vuelvo a Fútbol para Todos: creo que es una metáfora de los tiempos. Se recupera el fútbol cuando se le quita al monopolio, que lo que hacía era humillarnos con el tema de la diferencia económica. Si vos tenías plata veías los partidos, podías engancharte en los cables. Y si no tenías plata, tenías que ver una tribuna con una mujer de anteojos negros que gritaba los goles y un pibe que relataba y decía “esto es radio para ver”. Se les había dado la impunidad de esos contratos hasta 2014.
G. V.: –Todavía faltaría un año y medio de contrato.
A. A.: –Hasta que al Gobierno se le ocurrió devolvernos el fútbol, nuestra manera de ser, nuestro patrimonio cultural, y poder distribuir la palabra, y poder mostrar con esa lucha de los militantes, de los representantes que votaron la ley de medios en ambas cámaras. Pero se tocaron intereses terribles, ¡miren lo que cuesta! Estamos esperando ahora, “desmonopolizaciones”, no “desinversiones”: ellos van a vender sus medios, no es que le van a quitar el dinero. Esto es desmonopolizar para que no proyecten sus negocios sólo ellos. Fútbol para Todos fue el gran botón de muestra. Fue devolvernos algo que era nuestro. Porque ellos habían logrado una naturalidad de lo antinatural. Yo me había acostumbrado a ver los goles el domingo a la noche.
G. V.: –Además de un salto sustancial que tiene que ver con lo económico. Porque los clubes, en un 80% dependen de esos ingresos, y esos ingresos se duplicaron, se triplicaron con relación a lo que venían antes.
–Cuando salió 6,7,8, ¿qué les molestaba a los que empezaron a bombardearlo? Que había salido en formato talentoso, creativo, irreverente para tratar temas políticos. Entonces los tipos dijeron “nos quieren robar las ideas”, y en realidad, quizás haya que incorporar algunas ideas para ir buscando la estética, cambiando el formato. Ahora bien, el fútbol se había secuestrado, la radio no. Sin embargo, la Radio Pública no está haciendo docencia respecto del fútbol o todo lo que puede hacer con la cantidad de emisoras que tiene.
G. V.:
–Sí, es verdad. Bueno, nosotros hace tiempo que estamos en Nacional. Yo relato fútbol desde hace veinticuatro años, hubo un lapso en que estuve en otras radios transmitiendo, pero bueno, la siento como mi casa, y bregamos realmente porque la pasión nacional de todas las tardes ande muy bien. Queremos llegar a emitir el fútbol por frecuencia modulada. Nuestra postura, la del equipo deportivo, es tener la chance de llegar a través de la AM a más lugares del país, más allá de que las 48 emisoras nos aseguren una gran cobertura.
–Quizás, por ahí, con tanta nueva tecnología, con tanta imagen, perdamos la magia de la voz, del relato.
A. A.:
–El regalo de ser oyente. Yo estuve con Víctor Hugo hasta 2009. El último partido que comenté en radio fue Vélez–Huracán. Y después recibí la invitación de Gustavo Vergara desde Nacional, que me hizo comentar el partido en la final de la Copa América 2011. Tengo esa nostalgia de que hace tres años que no estoy comentando fútbol por radio. Estoy orgulloso de estar donde estoy, pero es un comentario en televisión, no es lo mismo. Yo me siento como el jugador que deja el fútbol. Para mí el verdadero comentario es en radio. Yo cambio todo para comentar en radio. Comentar algo donde se ve todo es mucho más difícil que comentar algo que no se ve y donde uno debe guiar. Vos vas en una ruta y yo te digo que Boca juega contra River y que la pelota la tiene Riquelme y a River le queda muy lejos el arco rival. Lo digo en radio y sabés que domina Boca y que el partido pasa por Riquelme. Si yo lo digo en tele el tipo dice “chocolate por la noticia, si nos están matando a pelotazos”.
G. V.: –Totalmente. A la primera transmisión que me tocó hacer en Radio Nacional, me lleva mi tío, hace ya muchos años ya de esto. Estacionó en la puerta de la radio y había un hombre esperando, enfrente a la radio, Maipú al 500. Ese hombre era Mario Trucco. Y lo primero que me dijo, hablando de la confiabilidad, fue: “Pibe, vos cualquier cosa, te respaldás en mí. Cuando necesitás hablar mucho, hablás mucho; cuando necesitás un descanso, respaldate en mí”. Y me palmeó la espalda.
A. A.: –Seguro que te dijo “yo siempre tengo algo para decir y nunca tengo nada para decir. Según tu movimiento, yo me adapto a vos”.
G. V.: –Así fue. Comenzar transmisiones de fútbol a través de una radio gigantesca como Radio Nacional, al lado de una persona tan confiable como Mario Trucco, para mí fue algo excepcional, porque tuve once temporadas consecutivas con él, y eso me llevó a conocer a un ser humano impresionante, un periodista de lujo pero un ser humano que creo no existe en los medios en este momento.
–Muchos ven al fútbol como una escuela de vida. ¿En qué cosas los ayudó a ustedes?
A. A.:
–A involucramos con la cultura popular. Es el mensaje que permite romper la timidez y expresar la idea como pasión. A mí me ayudó mucho a ingresar al mundo en general.
G. V.: –A mí me ayudó a derribar ese mito de que el periodista deportivo tiene una pelota en la cabeza y nada más.

Fuente: Miradas al Sur.
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