El ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, aseguró que la ex candidata de la Coalición Cívica se equivoca al referirse a un gobierno electo por el voto popular como a un “régimen” e indicó que “no es sano cultivar el odio y alucinar dictaduras para asumir heroicidades”.
Eugenio Zaffaroni.
El ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, aseguró que la ex candidata de la Coalición Cívica se equivoca al referirse a un gobierno electo por el voto popular como a un “régimen” e indicó que “no es sano cultivar el odio y alucinar dictaduras para asumir heroicidades”. Elogió la alta participación en las elecciones y criticó “los amontonamientos coyunturales y las construcciones mediáticas” de fuerzas que, explicó, “no son partidos” y por lo tanto inestables.
Qué impresión tiene después de las elecciones?
–Para los que vivimos más de la mitad de nuestra vida al compás de marchas militares y violencias, 28 años de elecciones es una maravilla, una fiesta.
–Sin embargo, no faltan quienes sienten que deben encabezar una “resistencia al régimen”.
–Si se refiere a Lilita Carrió, creo que es un muy mal ejemplo para la democracia argentina. Una cosa es ser opositor, criticar, proponer algo diferente, y otra cosa ser enemigo, o sea, creer que se está peleando en la Francia ocupada o contra el régimen de Vichy. Referirse a un gobierno, bueno o malo, pero electo popularmente y sin exclusiones ni proscripciones, como un “régimen”... Sólo le falta decir que pasará a la clandestinidad y vestirse de partisana. No es nada sano cultivar el odio y alucinar dictaduras para asumir heroicidades; por suerte parece que no es políticamente rentable. Al pueblo no le gustan los iluminados que lo subestiman, que le dicen que será responsable de tenebrosas visiones del futuro. Me recuerda las peores voces del elitismo conservador frente a cualquier movimiento popular, es como si encarnase todas esas voces que jalonan nuestra historia antipopular, difamando y denigrando a Yrigoyen, a Perón, a Evita; sólo le falta proponer el voto calificado.
–Parece que usted es uno de los blancos preferidos de Carrió.
–Somos hermanos mellizos, aunque no gemelos, no tenemos la misma carga genética, porque nacimos juntos a la vida pública en la Constituyente del ’94; hasta entonces éramos muy poco más que dos profesores universitarios. Desde ese momento tomamos caminos diferentes y nunca le hice nada, pero me odia, me difama, dice las peores cosas de mí, trata de destruirme en todas las formas, no sé bien por qué, pero le molesto. Es una personalidad muy particular, de esas que necesitan todo el escenario y cualquier otro que le ocupe un pedacito la molesta. No me pasa eso con ningún otro político, creo que es un producto de una personalidad muy especial.
–¿También Patricia Bullrich?
–No, Patricia es otro modelo, diferente. Es una mujer con gran habilidad para reubicarse políticamente, quizás un caso único en este aspecto, y eso no puede negársele. No, en su caso no creo que la mueva ningún odio personal ni nada parecido. Es obvio que se da cuenta de que cultivar el odio no da resultado.