Apoteosis en el cielo bajo la lluvia de meteoros Oriónidas.

Misterios iluminados se derraman bajo la presentación elegante de una noche estrellada. Cataratas que brillan con el cielo nocturno bajo la presión de las mareas y su afinidad con la vida, que se abre, se multiplican los descubrimientos, y que se revelan desde lo más profundo de forma más rápida de lo que yo pudiera notar…

De esta forma tan poética el fotógrafo profesional Brad Goldpaint describe la foto (no es un cuadro aunque lo parezca) que tomó el pasado 22 de octubre en algún punto del planeta. Una foto que más allá de la capacidad del artista para conseguirla (asombrosa), captó una de las grandes maravillas que nos ofrece la inmensidad del cielo, la lluvia de meteoros Oriónidas.

Oriónidas es la segunda de las lluvias de meteoros que ocurren en el año y son el resultado del paso del cometa Halley en la Tierra. Aunque comienzan en el 15 de octubre y terminan el 29 del mismo mes, sólo en las mañanas del 20 al 22 de octubre se muestra con todo su esplendor. Durante esos tres días y en el caso de que te encontraras en el Hemisferio Norte, podrías llegar a ver hasta 20 meteoros a la hora en su apogeo. En cambio, si tu ubicación se encuentra en el Hemisferio Sur, la grandiosidad se elevaría hasta los 40 meteoros a la hora.

No sabemos el punto exacto en el que se encontraba Goldpaint, pero la imagen que ha subido hace unos días en la red es probablemente una de las mejores fotografías del año. Una obra asombrosa para un momento único, ya que en la mayoría de ocasiones y si tienes suerte al disparar, te aparecerá un meteoro en forma de rayo brillante tras el disparo.

Goldpaint en cambio si da una serie de pistas del acontecimiento que vivió. A los detalles técnicos de la foto (ISO 4000, 32 segundos, f/2.8), el fotógrafo contó así la odisea de esta maravilla:

Este fue de lejos el rodaje más difícil, frustrante y peligroso que he intentado en mi vida. Las cataratas eran enormes. El rocío de las cataratas volaba hacia mí y mi cámara durante toda la noche con muy pocas oportunidades para captar un primer plano del descenso. Me tomó siete horas brutales de rocas resbaladizas y bajas temperaturas cercanas a la congelación (yo estaba empapado) para capturar la Vía Láctea en el lugar correcto. Sin duda fue una experiencia inolvidable.

Un paseo por su web nos da una idea de quién tomó semejante imagen. A sus trabajos fotográficos retratando la inmensidad de la Vía Láctea se le juntan una serie de piezas visuales en forma de time lapse brillantes. Les dejó con el último bajo el título de Between the Shadows:

Foto: Brad Goldpaint

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