Lanús deberá hacer un replanteo luego de perder el clásico.

Dicen que los clásicos no se juegan, se ganan. En eso, Lanús estuvo un escalón abajo de Banfield, por eso no se trajo nada, perdió 2 a 1 en un encuentro polémico al máximo, al límite de la patada, pero que necesariamente provocó reflexiones de los “Granates”, porque la autocrítica debe salir a la luz pese al dolor de la derrota. Como si fuera poco, Agustín Pelletieri llegó a la quinta tarjeta amarilla, no jugará el sábado ante Gimnasia y se debe cuidar Mario Regueiro que tiene cuatro y se salvó de la tarjeta colorada en el primer tiempo.
El penal dudoso
Si de polémicas se trata, ya no se necesita el diario del lunes para analizar. El penal fue, el adelantamiento de Caranta existió, lo que pasa es que rara vez se cobra y éste además fue mínimo. Sin embargo, el juez y sus asistentes trajeron el reglamento en letras de molde, por eso “apreciaron” que la mano de Gómez no fue intencional en un cierre con Regueiro -que tomaba de la casaca al de Banfield-, que el uruguayo apenas sacudió a un rival -estando amonestado por protestar- en el primer tiempo y que Bologna se llevó por delante sin querer a Castillejos, en las postrimerías del partido. El problema mayor fue Lanús, sin juego, sin individualidades -Banfield rodeó bien a Valeri-, nervioso después del penal nunca reaccionó con juego, sino que entró en el roce que proponía el local y se fue a casa con cinco amarillas -tenía sólo una en tres partidos-, una de ellas de Pelletieri, el mejor hombre del juego, aunque la figura fue Caranta que evitó varios goles. Eso significó que en defensa Lanús no estuvo bien, que el resto de los del medio no gravitó y adelante poco y nada crearon, al punto que lo mejor fue un cabezazo de Erramuspe al travesaño, tras un corner. El árbitro se amparó en la famosa “interpretación” del reglamento, Lanús debe replantearse muchas cosas y más allá de todo, como equipo quedó en deuda en el clásico y se fue sin nada. Se viene una semana donde nuevos cambios deben operar -y que no sean tan sorpresivos y tan poco redituables-, además de seguir ajustando clavijas.
Desde el arco
Mauricio Caranta fue uno de los últimos en retirarse. No ocultaba su malestar por la jugada que marcó un antes y después en el clásico, pero tiró otro “misil” sobre el arbitraje. “estas cosas no hay que olvidarlas, hoy los árbitros son protagonistas antes que los jugadores, algo que pasa solamente en nuestro país. Ya está, nos perjudicaron y parece que Lanús no tenía que ganar el partido”. E hizo mención a la charla que recibían todos los clubes de los cambios en el reglamento por parte del Colegio de Arbitros: “Vinieron al club y estuvieron una hora y media hablando de las nuevas reglas y creo que también se lo tendrían que hacer saber a los réferis que dirigen en Argentina, porque para nosotros hubo tres jugadas de penal a favor nuestro y nos las cobró”. Luego remarcó: “Lo que digo no es excusa, ya que nosotros no jugamos como lo veníamos haciendo pero lamentablemente una vez más terminamos hablando de las personas que tienen que imponer justicia en el campo de juego”. Pero tuvo autocrítica dentro del calor del post-clásico: “Toda estrategia en el fútbol es válida y hay que saberla romper, que fue algo que nosotros no pudimos hacer. Entendemos que Banfield no jugó mucho mejor que nosotros, pero pudo definir el partido a su manera cosa que Lanús no pudo hacer”.
El entrenador
Gabriel Schurrer fue el primero en dar la cara en Arenales y Granaderos, tras una derrota que pegó duro y debe servir para que ciertas decisiones tengan más asidero, más antes de un clásico que puede pesar en adelante más en lo anímico que futbolístico. “Chucho”, aseguró sobre el arbitraje que “algunas circunstancias de juego hicieron que los jugadores se sacaran un poco del partido. Igual no justifico la derrota con el árbitro. Creo que nosotros nos contagiamos un poco del juego de Banfield, que es bastante feo porque le pega todo para arriba. Y, favorecido por el gol, basa su juego en los cuatro de atrás, en estar atentos a todo lo que podíamos generar y no trataba de jugar en ningún momento. Los jugadores que nosotros teníamos que podían jugar no lo encontraban porque había mucho juego aéreo, despejes largos y había que estar atentos a segundas jugadas”.
Justificaciones
No obstante, remarcó que Lanús no perdió por un fallo, sino que “igual iban 8 minutos, no le puedo echar la culpa al árbitro, creo que los primeros responsables somos nosotros. Sí que quizás el árbitro en alguna jugada dudosa pudo habernos sacado a nosotros del partido, pero tenemos que ser suficientemente inteligentes para darnos cuenta y ponernos a jugar, nada más”. Y si de un gol se trata, Lanús había demostrado ante Arsernal y ante Quilmes capacidad de asimilar el golpe, esta vez no fue lo mismo, entró en la provocación de roces y juego al pelotazo de Banfield, que sí cumplió con su estrategia. Schurrer, consideró que “Banfield hizo el gol y después trató de no desordenarse en ningún momento. Jugaba a despejar el balón nada más y a agarrarnos a nosotros en alguna contra, pero no intentó jugar en ningún momento. Quizás nosotros nos contagiamos un poco del juego de ellos y no fue un buen partido nuestro, por supuesto. Uno se va triste porque perdés un clásico, y enojo porque las cosas quizás no salieron como las planteamos. Si bien sabíamos que Banfield nos iba a jugar de esta manera, creo que al convertir antes ellos el juego que proponen se vio favorecido. Sabíamos que Banfield iba a jugar así. Lo que pasa es que la situación de que ellos se ponen por delante en el marcador favorece su juego”. Y remarcó que “esta semana debemos trabajar mucho en lo anímico y futbolístico”. Pero Lanús debe encontrar término medio y equilibrio. En el clásico estuvieron ausentes algunos de sus mejores hombres en materia de juego, porque poner, pusieron, pero no alcanza con eso y a la hora de jugar justamente su mejor exponente y goleador, Diego Valeri, no tuvo una tarde buena y tampoco apareció otro “pensante” como para, al menos, dejar mejor impresión general.

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