Sacerdotes protegidos

Escándalo en el Vaticano.

 El Papa, complice, defiende a los Pedófilos:
Si tiene decencia, por lo menos que renuncie

Por Lita Romero

“Charlatanerías.” Así definió el Papa Benedicto XVI, las acusaciones sobre abusos de niños por parte de sacerdotes que explotan a diario en decenas de países. El Papa quiere exculpar a la Iglesia Católica de las denuncias mediáticas que implican a sacerdotes –especialmente norteamericanos, irlandeses y alemanes– en casos de abusos sexuales a menores de edad y su figura cuestionada por casos de encubrimiento.

Carta firmada por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, el futuro Papa, bloqueando la remoción de un sacerdote pedófilo. http://www.msnbc.msn.com/id/36325154/ns/us_news-faith/print/1/displaymode/1098/

Carta firmada por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, el futuro Papa bloqueando la remoción de un sacerdote pedófilo

La realidad es que existen en una docena de países unas 35.000 acusaciones contra curas por abuso de niños y jóvenes en escuelas y seminarios que controla la Iglesia. Todos los observadores, aun aquellos católicos que monitorean la actividad de su iglesia, acuerdan de que esto no es sino la punta de un témpano de hielo. Aun así, en términos estadísticos, la proliferación de abusadores y violadores entre la jerarquía Católica supera en un 500% a los casos semejantes que se dan en la sociedad en general.

La furia de muchos seculares y también de muchos católicos se incrementa por el descubrimiento a diario no solo de las violaciones y abusos constantes, sino del encubrimiento sistemático que hace de ellas la jerarquía eclesiástica. Los responsables de estos crímenes son transferidos en silencio a otras parroquias, se les otorga el silencio y el perdón con solo pedir disculpas internamente, se contratan grandes firmas de abogados y se gastan millones de dólares para proteger judicialmente a los culpables de tan aberrantes violaciones de la ley y los DDHH.

En una increíble muestra de desfachatez y ante miles de personas que esperaban las palabras de Joseph Ratzinger en la Plaza de San Pedro, por el Domingo de Ramos, el Pontífice aseguró que “el coraje no se deja atemorizar por las charlatanerías de las opiniones dominantes”.

Se refería sin duda a las ultimas manifestaciones cuando, la semana pasada, el The New York Times publicó, citando fuentes eclesiásticas indisputables, dos informes que responsabilizaban a Ratzinger de proteger en diversos momentos antes de convertirse en Papa a un sacerdote estadounidense y a otro alemán, ambos acusados de pedofilia.

“Cristo conduce hacia la bondad, que no se deja desarmar ni siquiera por la ingratitud”, apuntó el Pontífice en la plaza del Vaticano, luego de una semana en la que los voceros papales tuvieron que salir a cubrir al Santo Padre diciendo que “no tiene responsabilidad” en el caso del cura Peter Hullermann, separado de las actividades pastorales –que lo mantuvieron en contacto con los niños– recién el 16 de marzo pasado. Las primeras denuncias de abuso contra el prelado fueron en 1979, cuando actuaba en la arquidiócesis de Munich.

En una imitación vulgar de un gobierno que se siente tocado por las criticas de la prensa, y entre las oraciones que inauguraron la Semana Santa, el Papa dijo que la fe en Dios ayuda a llevar “hacia el coraje de no permitir verse intimidado por el chisme mezquino de la opinión dominante”, y expresó cómo el hombre a veces “cae a lo más bajo, a niveles vulgares” y “se sume en el pantano del pecado y la falta de honradez”.

El diario norteamericano también publicó que Ratzinger, en 1996, permitió seguir en funciones a un cura estadounidense que había abusado de 200 niños sordos. Para entonces, el Papa ya había iniciado su carrera dentro del Vaticano. Aunque el diario vaticano L’Osservatore Romano respondió sosteniendo que no existió “ningún encubrimiento”.

“No existe duda alguna de que los ataques de la prensa internacional al Pontífice han sido sugeridos por el demonio, ya que tratándose de un Papa maravilloso, digno sucesor de Juan Pablo II, intenta tomársela con él”, satanizó el sacerdote exorcista Gabriele Amorth, de 85 años, según publicaron medios italianos.

El religioso exorcista sostuvo que el demonio “utiliza” a los curas para atacar a la Iglesia y advirtió, recientemente, que el diablo está dentro del Vaticano y, aunque es difícil encontrar pruebas, hay cardenales que no creen en Cristo y obispos relacionados con el demonio.

Por su parte, el arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, calificó de “campaña mediática” y “persecución” contra la Iglesia Católica y el Papa por los escándalos sobre curas pederastas. Escobar Alas insistió en que son ataques “injustos”, aunque reconoció que en el interior del clero “ha habido fallas” porque la Iglesia “está constituida en una base humana”. Sin embargo, reparó en que “en el ambiente clerical de la Iglesia Católica las fallas (casos de pederastia) son muchísimo menores que en los demás ámbitos”.

Frente a la catedral católica de Westminster en Londres, la posición era otra. Un grupo de manifestantes, agrupados en la coalición “Protest the Pope”, reclamaron la renuncia de Benedicto XVI y señalaron que la visita del Papa a la isla en septiembre “no es bienvenida”.

Mientras el escándalo convulsiona a la Iglesia en Estados Unidos y Europa, ayer el portavoz jefe del Vaticano aseguró que los casos de abuso sexual deben “reconocerse” y los curas “ser separados”, incluso en incidentes ocurridos hace décadas. En el país, el Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (Casacidn) llevó la causa del sacerdote Julio César Grassi ante el Comité de Derechos del Niño en las Naciones Unidas.

La cuestión aquí no es simplemente criminal aunque en esta esfera debería aplicarse, por la protección institucional de la Iglesia, una mecánica que no incluyera la prescripción de los crímenes. Los abusadores dentro de la Iglesia cuentan con el silencio de victimas atemorizadas o presionadas, y en cortes judiciales que no desean inculpar a miembros de la Iglesia, para dejar pasar los periodos necesarios para que los crímenes cometidos prescriban.

Mas importante aun es que la estructura antidemocrática, de camarillas y métodos coercitivos que existe en la Iglesia católica, además de su filosofía atrasada en los tiempos por mas de un siglo y un funcionamiento que aun preserva la metodología de la Edad Media y en donde se le otorga al cura, obispo o cardenal los mismos derechos extraordinarios y de impunidad que se le garantizaba por entonces a los señores feudales.

Cada individuo debe mantener el derecho de relacionarse con la fe religiosa que prefiera y en lo privado sostener la iglesia que le plazca. Lo que no puede existir y debe eliminarse de inmediato y de raíz, son privilegios que le permiten a los eclesiásticos el estar por encima de los ciudadanos comunes.

Se requiere una separación absoluta del estado y los gobiernos de la iglesia, cualquiera sea esta y se deben eliminar todas las excepciones impositivas y legales que hoy benefician a instituciones reaccionarias. Y si al Papa le queda un dejo de decencia debería hacer lo que todo otro gobernante o funcionario, que lo es, debe hacer cuando se descubre su complicidad con un crimen: renunciar y ponerse a disposición de la Justicia. ■

NEWSWEEK


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