Derrota

 

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La votación del Senado de esta noche ha sido un episodio clave en -me parece indudable- una derrota argentina. Que no comenzó en esta sesión, ni tampoco en la de Diputados, por supuesto. Pero la derogación de las leyes Cerrojo y de Pago Soberano y el permiso de la emisión de deuda por 12.500 millones de dólares para pagar a los fondos buitres son en la práctica el final de la batalla.

No es la primera que perdemos los argentinos, ni la última que tendremos que enfrentar. Así que propongo mirarla a la cara. Cuestiono ahora algunos planteos que no critiqué abiertamente antes por si servían al discurso emocional de compañeros con mis mismos objetivos.

No nos hemos “inclinado ante la sentencia de un juez municipal”. Fue el sistema judicial de los EE.UU. el que nos bajó el pulgar, con la confirmación de una Cámara de Apelaciones y la negativa de su Corte Suprema a tomar el caso.

No hemos “iniciado un nuevo ciclo de endeudamiento”. Puede marcarse como el comienzo de esta etapa el 22 de noviembre, cuando una mayoría (muy pequeña) de los votantes eligió un gobierno que no considera al endeudamiento externo como una necesidad desagradable, sino como la forma elegida de inserción en el sistema internacional.

Es cierto que un dato fundamental es que no nos hemos dado – en décadas – políticas industriales que lograran que los productos que exportamos compensen las divisas que necesitamos para importar los insumos. Y que cualquier gobierno recurriría al crédito externo, como lo hizo el anterior. La diferencia decisiva está en la imbricación de las políticas del gobierno Macri con el discurso y la práctica del sistema financiero globalizado. Con o sin buitres, con o sin el riesgo judicial de la caída de la reestructuración de Kirchner – ¿otros once años en tribunales extranjeros, como estuvimos en el de Griesa? -Argentina con este gobierno iba a volver a (ese) mundo.

No pretendo minimizar esta derrota: nuestro país había conseguido un apoyo diplomático en este tema de una aplastante mayoría de los países representados en las Naciones Unidas. Tan etéreo como todos los apoyos diplomáticos (como el que recién aumentó nuestra jurisdicción marina en un 35 %) expresaba también la hostilidad, aún desde el capitalismo, hacia los fondos buitres. No será fácil remontar este otro bandazo de la política exterior argentina. Porque les hemos dado a esos depredadores el triunfo más grande de su historia. Los libros de texto mencionarán en adelante el éxito de Paul Singer frente a Argentina como caso de estudio.

Lo importante, me parece, es tener claro que quien gobierne luego del fracaso de este otro intento de insertar en forma estable a nuestro país en la globalización – y doy por cierto el fracaso, entre otros motivos, porque esta etapa global no me parece estable, tampoco – es construir un bloque que permita la construcción de un proyecto nacional que no dependa de un gobierno más o menos “iluminado”. Para lo cual, una de las condiciones es un esquema económico que supere la “restricción externa”.

Lo de “quien gobierne luego” lleva directamente a encarar la responsabilidad de la derrota. Es mucha la que le toca al peronismo y al FpV, por su representación en el Congreso. Tengo que decir que no me sorprendió: tampoco la entonces oposición, cuando en el 2009 y 2010 tuvo mayoría parlamentaria pudo desviar las políticas del Ejecutivo. Las “puteadas a los traidores” que hacen muchos militantes son un desahogo justificado, pero tienen poco que ver con la política que esos militantes practicaron o avalaron. Si están en el congreso es porque fueron puestos en listas y votados.

Y las promesas, aunque sinceras, de “yo no los voto más” no me impresionan. Como el voto es secreto, no puedo saber cuántos votaron a Menem, Chacho Álvarez, Carrió o Pino Solanas y después se arrepintieron (yo mismo lo hice por uno de esos, en el ´89).

El precio de la derrota que me importa no es con los militantes, con el debido respeto. Que lo merecerán si siguen luchando. Es con la mayoría de los argentinos, a los que el peronismo durante doce años les dijo otra cosa. No estoy seguro que será fácil convencerlos de nuevo.

Fuente: blog de abel www.abelfer.wordpress.com

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