Alerta por mafia que recluta chicos para mendigar.

La pesquisa por el aberrante crimen de un chico en La Plata derivó en la confirmación de que era obligado, bajo golpes y amenazas, a pedir limosna y trabajar. Opinan expertos.

Alerta por mafia que recluta chicos para mendigar

Rodrigo Simonetti tenía 11 años y su cadáver apareció el 5 de junio pasado, arrojado en un callejón de La Plata. Lo habían golpeado con brutalidad, hasta matarlo. La investigación posterior derivó en la imputación de un hombre, pero además arrojó datos aberrantes, porque el nene había dejado la escuela meses atrás, obligado por quien sería su asesino, para hacerlo mendigar con golpes y amenazas durante todo el día. 

El caso, tan oscuro como  aberrante, tiene conexión con la penosa y creciente realidad de muchos otros chicos victimizados en las calles, utilizados para conseguir dinero, pidiendo a los transeúntes o realizando “labores” como limpiar vidrios, acomodar carritos en supermercados, vendiendo en medios de transporte y cumpliendo funciones de “trapitos”, entre otras. 

Esta modalidad de la “mendicidad forzada” apareció recientemente mencionada en el capítulo argentino del Reporte 2011 sobre Trata de Personal elaborado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, y forma parte de los reclamos que vienen realizando distintas organizaciones  gubernamentales a las instituciones oficiales. 

“Sin dudas, la mencididad forzada es una forma de trata de personas, que hay que abordar con todo el rigor para erradicarla, porque justamente tiene como objetivo a menores básicamente proveprovenientes de sectores vulnerables”, sostuvo Viviana Caminos, de la Red Alto al Tráfico y la Trata (Ratt Argentina), precisando que “los casos surgen en espacios con mucha afluencia de personas, como Once, Constitución, Retiro o zonas urbanas muy transitadas”. 

El abogado Julio Torrada, que representa a la familia de Rodrigo Simonetti, expresó acerca del tema que “la muerte espantosa de este chiquito, y todo lo que esconde su vida anterior al crimen, debe ser transparentada”, explicando que “a Rodri lo obligaron a dejar el colegio el año pasado, el mismo  sujeto que lo obligaba a pedir limosnas en el centro de La Plata, para luego quitarle casi todo lo que harbía  recaudado, con golpes y amenazas”. 

El letrado indicó que en la causa por el crimen del pequeño constan los testimonios de personas que revelaron esta situación de trata. “Rodrigo juntaba unos 100 pesos diarios, y el imputado por el crimen Jonatan Casas se llevaba 90 aproximadamente. Es decir, lo dejaba sin nada. Si había quejas del chico, que no era el único forzado a mendigar, venían las palizas. Hay que entender el contexto de vulnerabilidad familiar, económica y social de estos pibes victimizados por grupos sin escrúpulos. La sociedad no puede distraerse de esta realidad. Hay que colocar el tema en agenda y discutirlo arriba de la mesa”, señaló Torrada. 

En torno al tema, Eduardo Lavorato, de la asociación “Hay otra esperanza”, manifestó que “esta situación alarmante de chicos obligados a mendigar pone en escena la vulnerabilidad de muchos núcleos familiares, con lazos donde no se cumple la función parental básica, sino todo lo contrario, y muchas veces son esos propios padres biológicos quienes propician las condiciones para la explotación de los niños”, agregando que “no se trata de criminalizar la pobreza, porque son los adultos o grupos los que justamente se aprovechan de la precariedad en la que viven las víctimas, que en su mayoría no nacen de proyectos familiares”. 

Realidad observable en barrios vulnerables

“El drama de los chicos reclutados para mendigar tiene distintas causas. Una de ellas, de manera indudable, surge de los datos oficiales sobre embarazos no deseados en la adolescencia. Cada cinco minutos tenemos una mamá adolescente, y la mitad de esos  acimientos son producto de embarazos no deseados. Aquí comienza la cadena, porque cuando ocurren en hogares disfuncionales, sin proyecto de vida para esa criatura, se sustituye con prácticas que los victimizan. Esto no es determinante, por supuesto, pero es la realidad observable en poblaciones vulnerables”, explicó Eduardo Lavorato, que trabaja desde hace años en barrios de emergencia. 

Fuente: Diario Popular

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