Todo ocurrió en Bolivia, con una familia menonita (descendientes directos del movimiento anabaptista del siglo XVI, contemporáneo de la Reforma Protestante), cuando el padre encierra a su hijo durante dos meses en una caja de madera de tres metros cuadrados y dos metros de alto, por realizar una llamada telefónica, ya que según su religión ‘les prohÃbe el uso de las nuevas tecnologÃas’.
La policÃa boliviana, por pedido de la fiscalÃa, libera al joven que utilizó un teléfono móvil en Santa Cruz.
La comunidad de menonitas están residiendo en la localidad de Tres Cruces en Santa Cruz a unos 590 kilómetros al este de La Paz.
Según el padre del joven “pretendÃa usar el móvil además de utilizar la radio y en esa comunidad esta prohibido usar la tecnologÃa y por no profesar la religión de su comunidad.”
Y que “Su intención era mejorar el comportamiento de su hijo ya que anteriormente lo habÃan llevado a una clÃnica psiquiátrica pero no presentó ninguna mejorÃa.”
Ahora el padre es acusado de vejaciones y tortura, aunque el hijo asegura que “nada más salir de su cautiverio quiere vivir en su casa aunque querÃa que su encierro finalizase tras pasar dos meses en la caja encerrado.”