El hacker Iván Germán Velázquez se hizo —tristemente— célebre hace unos años luego de haberse comprobado que había intervenido los correos electrónicos, no solo de personajes de la farándula vernácula, sino también de referentes políticos, judiciales y hasta de hombres de prensa.
Por ese motivo se encuentra hoy exiliado en Uruguay, ya que posee varios pedidos de captura por diversos delitos cometidos, parte en el marco de su trabajo como espía argentino, y parte en beneficio propio (1). Hay que recordar que en el expediente que lo juzga, se ha demostrado que Velázquez extorsionaba a muchas de las personas a las que les “pinchaba” sus mails bajo amenaza de publicarlos.
Tuve la oportunidad de entrevistarlo en tres oportunidades y en cada una de ellas contradijo su propio discurso respecto a lo que le tocaba en suerte a nivel judicial. Primero aseguró que las acusaciones contra su persona eran “mentira”; luego, frente a la evidencia presentada por mí, admitió parte de su culpabilidad; y finalmente, jugó a echarle toda la culpa al Gobierno por haberle soltado la mano cuando se descubrieron sus “hackeos”.
En ese camino, no vaciló el espía en apelar a la mentira y la falsificación de documentos —entre ellos, correos electrónicos de periodistas de Página/12 y notificaciones judiciales (2)— para lograr que la prensa creyera su historia; pero le duró poco. Más temprano que tarde, los colegas de diario Perfil y otros medios le dieron la espalda por haberlos engañado.
Para conocer cuál es la valoración de los medios sobre su persona, baste leer lo publicado por diario La Nación el 4 de marzo de 2009: “Velázquez escapó de la Argentina a Uruguay, donde pidió asilo político, cuando era investigado aquí. Dijo que lo querían matar por una interna de la SIDE y reveló que recibía órdenes contrapuestas de sectores enfrentados en la secretaría, aunque en la justicia argentina creen que utilizaba la información que obtenía para comercializarla.”
Y hablando de grandes medios, pocos saben que Velázquez fue célebre por vender instrucciones para armar bombas a través de su pertenencia de un grupo ultraderechista —¿Lo hubieran reclutado sus jefes kirchneristas si lo hubieran sabido?— motivo por el cual fue detenido en abril de 1999, tal cual relató diario Clarín en esos días.
Sin lugar en el mundo
Por la implosión que terminó generando a través de sus propias mentiras, Velázquez debió huir del país para refugiarse en Uruguay. Hay que recordar que no solo pesan sobre él varios pedidos de captura en la Argentina, sino también la espada de Damocles que representa la posible venganza de ex compañeros de espionaje por haberlos traicionado, al haberse quedado con dinero que les pertenecía a estos.
Los problemas acompañaron al hacker y terminó preso en Uruguay por dos delitos imperdonables: haber intervenido en una base de datos de armas de la policía de ese país y ofrecer una coima para regularizar su radicación fuera de la Argentina.
Pero no serían sus únicos "inconvenientes": su delictiva “naturaleza” lo llevó a tenerproblemas incluso en Chile, donde provocó un conflicto diplomático por haber espiado a 38 funcionarios de esa nación, incluida la secretaria privada de la ex presidenta Michelle Bachelet.
A raíz de ello, el entonces embajador argentino en Santiago, Ginés Gonzalez García, envió una carta al gobierno chileno en la que admitió que “la Argentina es víctima de la acciones de Velázquez y pidió la extradición del ex espía.”
A la hora de detallar la conducta del hacker, el funcionario fue más que sincero: se trata de un " delincuente común”.
La mejor defensa… el escape
“Voy a cagar a los Kirchner a tiros”, admitió ante mí Velázquez en una de las entrevistas que le realicé en el año 2009, mostrando la peligrosidad que puede representar ante la sociedad un personaje de su calaña. No solo aseguró que atentaría contra el Gobierno, sino también contra ex colegas de espionaje y hasta contra la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien lleva adelante una de las causas judiciales que lo investiga.
Asimismo, admitió haber cometido muchos de los delitos que le endilgan, pero aseguró que en algunos casos se trató de pedidos del kirchnerismo. Esto último es doblemente grave, no solo porque lo dice un ex espía que revistaba para organismos del Estado, sino porque contaría con la complicidad del Gobierno a la hora de cometer sus ilícitos.
Las grabaciones de las entrevistas con Velázquez —todas fueron pactadas, vale aclararlo— se encuentran a disposición de la Justicia (3).
El dato viene a colación de que Velázquez ha intentado desmentir, sin argumento coherente y solo bajo la desacreditación a mi persona —a través de portales de bajo tráfico, pertenecientes a lo peor de los servicios de Inteligencia— las declaraciones efectuadas oportunamente a este medio (4).
No hace falta que haga una defensa de mí mismo a esta altura de las circunstancias. Quienes me conocen saben que mi vida es absolutamente transparente a todo nivel: mi domicilio es público, mantengo los mismos teléfonos y correos electrónicos de siempre. Jamás he perdido una sola querella penal y nunca he aceptado cobrar dinero bajo mesa para operar en contra ni a favor de nadie.
Es más, pago mis impuestos como pocos lo hacen en la Argentina y he sido víctima de más de una embestida oficial, no solo por parte de este gobierno sino de los anteriores. Vale mencionar que me han hostigado al punto de destruir mi vivienda en búsqueda de amedrentar mi trabajo profesional.
Nada de eso puede ostentar Velázquez sobre su propia persona, sino todo lo contrario. Jaqueado por una docena de procesos penales, más que en ensuciar al periodismo independiente debería estar preocupado por el nuevo litigio judicial que se le ha iniciado en Perú otra vez por husmear en lugares donde no debía.
Por más que hoy intente desmentir sus propias palabras, la Justicia ya lo ha condenado en varios expedientes gracias a la abrumadora evidencia que él mismo ha dejado a su torpe paso, sin necesidad de que nadie aporte grabación alguna.
En fin, su destino es uno solo y él lo sabe: se trata de la prisión; es decir, el mismo lugar donde ha estado en los últimos años purgando merecida pena.
Christian Sanz
(1) Velázquez está procesado, entre otros, por los delitos de falsificación de documento público y privado, traición a la Patria (ilícito grave si los hay), extorsión, amenazas y violencia familiar.
(2) Los documentos adulterados por el hacker fueron entregados personalmente a la Justicia Federal de San Isidro, fuero que investiga algunos de los delitos cometidos por él. Uno de ellos, es una cédula donde Velázquez falsificó la firma de la misma jueza que lo investiga (ver al pie).
(3) La grabación fue requerida por la Justicia en el marco de un nuevo expediente judicial que se abrió contra Velázquez por apología del crimen, al asegurar que mataría a varios funcionarios públicos.
(4) Este periodista ha iniciado una causa penal por calumnias e injurias contra esos medios.