La suerte de la fea

MARTÍN MACCHIAVELLO MMACCHIAVELLO@OLE.COM.AR

Convengamos que salvo la clase gratuita de meneíto que Silvio Romero le propinó al duro Sabia, humillación hecha asistencia como pocas veces se ha visto en un partido profesional, una mente racional apenas se traería desde La Paternal como punto positivo el triunfo en una cancha difícil. Y, para qué ser hipócritas, claro que se disfrutó. Si pagamos 40 mangos para ver ganar a Lanús aunque la chance de Libertadores haya viajado dos estaciones más allá por el Roca. Sin embargo, raro, nos fuimos derechito por Boyacá pensando por qué sufrimos tanto. A lo que a veces nos contestamos que merecemos estar como estamos. En la pelea, pero viendo las definiciones por televisión.

Lo que hizo Schurrer con las migajas de un plantel que acumulaba cuatro derrotas al hilo fue otorgarle una pizca de orden a un equipo anárquico, táctica y emocionalmente. También de ajustar un poquito la pizarra, de abrir la cancha con tres puntas, de poner ubicar un tridente de cincos sin quite, de cambiar sin miramientos el equipo de una fecha a otra según la propuesta del contendiente y de confundir a la gente con algunos cambios tardíos aunque, habitualmente, positivos. Mal no le fue a Chucho: consiguió diez de los 12 puntos en juego con unas pocas prácticas. Mal no le fue a Gabriel. Luis Zubeldía, con toda la mejor buena intención del mundo, se hubiese quedado con las manos vacías durante un póker de fechas más.

Algo de mérito hizo para contarle a sus nietos. Los tres refuerzos de ataque 2010 convirtieron 11 de los 19 goles del Apertura. Aunque cuando uno nota que el podio no supera los cuatro goles (Castillejos y Regueiro, contra tres de Romero), empieza a darse cuenta porqué salimos del Maradona con una problema testicular a la altura de los ganglios (e incluso nos ponemos a hacer cuentas, costo/beneficio). ¿Puede un equipo con aspiraciones desperdiciar tantas situaciones de gol, provocar semejante taquicardia y, sobre la  hora, depender de una salvada in extremis para no regalar más puntos? Sí, claro que se puede. Pero no corresponde. Lanús hizo los deberes dignamente. Pasó de grado con notas envidiables. Puede terminar el semestre con 31 unidades y en cuarta posición. Puede terminar el año con 60 y quedar entre los cuatro mejores puntajes del fútbol argentino. Claro que, al vernos las caras, dejamos de lado la calculadora por un momento y preferimos que el mundo se reduzca a un jugadón de Romero y a una definición de Castillejos. No era tan difícil incluir a un 9 de área, Luis. No era cuestión de suerte. De la suerte de la fea...

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